Se trata de una verdadera escena costumbrista en la que el artista renacentista nos hace partícipes de la inocencia de la infancia.
Entre las actividades de los pequeños se pueden observar juegos como la gallinita ciega, el escondite, la sillita de la reina, la cucaña o el potro pero también se pueden ver objetos lúdicos como peonzas, las tabas, aros metálicos, molinillos, etc...
Es la época renacentista, además de los juegos infantiles, los más pequeños se trataban como si de auténticos adultos se tratase: las niñas están ataviadas con pañuelo a la cabeza y mantón sobre sus vestidos igual que sus madres, mientras los niños imitan las vestiduras de sus padres con calzas y camisa en la parte superior.
Brueghel el Viejo ha conseguido unificar el espacio de la amplia ciudad utilizando una gama de colores ocres, amarillentos y terrosos.
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